Thursday, June 16, 2011

PARTE TERCERA Preguntas para el comandante Chávez, el 15-M y la Izquierda en general

Revueltas colonizadas y geopotica de las alteridades rebeldes

POR CARLOS ALBERTO RUIZ

En REBELION

Lo verificamos así mismo en las sucesivas maniobras de embargo político, que buscan organizar funcionalmente los efectos del descontento, a veces inducido, moderándolo y esterilizando.

Las crisis que vivimos hace años se expresan también en problemas de ajuste político y social para administrarlas, localizados en regímenes que al estar desgastados suelen ver alteradas sus formas. Las soluciones aparentes a las crisis se expresan a su vez en márgenes desde esa regulación, o sea desde su propia razón, para obligadamente consentir, cuando ya no hay más remedio, que parte activa de esos pueblos se congregue y levante, como ha pasado, y exija con “moderación”, sin violencia, en algunos casos, o “por las armas”, como en Libia, el retiro del gobierno de veteranos autócratas. De Gadafi, por ejemplo, aliado hasta hace unos meses de quienes ahora fungen como valedores de los derechos humanos y de la protección de la población civil. Por eso hablan de la necesidad probada de violaciones que hay que detener. Occidente acepta así y reconduce lo que no promovió a tiempo; lo que le halló como causante de esa rabia legítima y que ahora logra presentar como “su causa”, pero con el cuidado de que el viento no se convierta en la gran y perfecta tempestad.

“Tormenta perfecta” dijo Hillary Clinton hace unos meses, cuando advirtió cómo se estaba gestando en el mundo árabe una peligrosa combinación de inconformidad, alimentada por contradicciones, factores y amenazas de diverso tipo a la seguridad hegemónica, es decir que rompen el cálculo, al derivar acaso en pérdida de algún poder real de Occidente. Las palabras cínicas de su diccionario componen un mensaje en ejecución: la transición a ninguna parte tiene lugar, negociando y cediendo, para que en el fondo los históricos desequilibrios de poder no cambien. Tal sentencia fue dictada por un hombre inteligente e importante del Imperio. Barack Obama en su discurso (el 18 de mayo de 2011, por ejemplo) se pone al lado de los sufrientes mientras se acelera la cooptación para domesticarlos: Tenemos la oportunidad de demostrar que los valores norteamericanos están más cerca del vendedor ambulante de Túnez [en referencia a Mohamed Bouazizi, quien se inmoló para desencadenar las protestas] que del poder descarnado de los dictadores”. Días después el G-8 en Francia confirmaría la estrategia consistente en ir poniendo bajo control político y económico, y ya en algún grado militar, de las maneras que sea posible en cada etapa, aquellas parcelas de insumisión para asegurar su declive, su vuelta a la normalidad.

De nuevo Cortázar (1981): Si algo distingue al fascismo y al imperialismo como técnicas de infiltración es precisamente su empleo tendencioso del lenguaje, su manejo de servirse de los mismos conceptos que estamos utilizando aquí esta noche para alterar y viciar su sentido más profundo y proponerlos como consignas de su ideología… puede llegar el día en que el uso reiterado de las mismas palabras por unos y por otros no deje ver ya la diferencia esencial de sentido que hay en rminos tales como individuo, como justicia social, como derechos humanos, según que sean dichos por nosotros o por cualquier demagogo del imperialismo o del fascismo (… ) Esas palabras no estaban ni enfermas ni cansadas, a pesar de que poco a poco los intereses de una burguesía egoísta y despiadada empezaba a recuperarlas para sus propios fines, que eran y son el engaño, el lavado de cerebros ingenuos o ignorantes, el espejismo de las falsas democracias como lo estamos viendo en la mayoría de los países industrializados que continúan decididos a imponer su ley y sus métodos a la totalidad del planeta ”.

No basta la evidencia de la inteligencia y desfachatez de Obama, Nobel de la Paz, en la promoción de otra de las guerras de su mandato. Es importante fijarnos en la mayor disección que el énfasis y la operación de esta coyuntura en algunos países árabes desenmascara para más adelante, reactualizando una vieja historia que está hoy muy viva y que será inapelable en los próximos tiempos. Tiene que ver con lucha armada de los de abajo. Tan sencillo es el enunciado que nos parece inconcluso o inverosímil. Nos vienen otra vez a decir: “rebeliones”, “las justas”. Es decir “las adecuadas”: las que en su concepto son “justicieras” y las que son apenas “precisas”. En número, razón y arquetipo. Rebeliones de diseño frente a rebeliones auténticas: las del grito desesperado y esperanzador de alteridades rebeldes. Promueven entonces revueltas que no huyan

hacia delante, sino que se puedan controlar una vez desatadas. Donde la “transición pacífica”, posible naturalmente en el diccionario de las luchas de liberación, como un medio verdadero, sea registrada en el otro diccionario, el de la opresión, pero como un fin en mismo. Un fin aparente, pues su objetivo último no será la lucha por mayor vida plena o felicidad del ser humano y su habitar en el planeta, sino asegurar la concentración de riqueza en pocas manos. Debemos en consecuencia discernir, pues no es lo mismo la rebelión en una y otra narración.

La clave de resolución está en las razones de legitimación o no de la fuerza. Por lo tanto en la desvergüenza de quienes condenan la violencia rebelde y aplauden la propia. Está por ello transcrita esa clave en lo que el presidente español, Rodríguez Zapatero, al igual que otros mandatarios de otras provincias imperiales, opinó sobre el tema: esas revueltas deben ser “pacíficas” “como la transición española”. Para que esos pueblos tengan “lo que nosotros poseemos”: la “democracia”. Esto se dijo justo cuando este país

monárquico acababa de vender armas a Libia10, cuando Gadafi las usaba también contra

civiles, entre ellas las bombas racimo exportadas por España, y cuando esta puerta de Europa daba su visto bueno a la criminal operación militar de la OTAN en Libia, participando de la prospección del post-conflicto con el negocio de la “reconstrucción”.

España es por eso simbólica. Cuando la mayoría de sus políticos y gran parte de la sociedad rechazan fanáticamente la violencia que no les representa, promoviendo al exterior condiciones de miseria y represión que la han producido y la producirán todavía más, al interior se ufanan de una democracia vaciada y corrupta, con la certidumbre de contar con los mecanismos que podrán hacer viable la cooptación de los movimientos de protesta y ruptura, o la compra de sus dirigentes. En ello ha estado la socialdemocracia históricamente, dando seguridad de ese modo a un proyecto conservador. Temen por eso apenas un poco a lo no dirigido visto de lejos: a lo no tutelado y a lo no enviado. Se alarmaron un poco por lo que sucedía en algunos países como Túnez, con parte importante del pueblo en rebeldía, en las calles, no como las acostumbradas muchedumbres de consumidores en aglomeraciones a las puertas de almacenes los días de rebajas, no como sumisos dispuestos a tolerar retrocesos en el bienestar social firmados por representantes sindicales que consienten así la pérdidas de derechos. Y luego se asustaron otro poco, pero volvieron a la placidez, cuando el desvanecido y fantasmal 15-M, que apareció tras una larga sequía, sembró un poco también la palabra revolución, que fue diluida por años hasta perderse como vocablo, antiguo y exótico para muchos. Restituida en plazas e imaginarios que son potenciales canteras de las quimeras que hacen la otra historia, lograron inquietar no sólo a los comerciantes de la Puerta del Sol en Madrid.

Ese testimonio del 15-M que no sabemos dónde va a acabar en sus mutaciones, y que deseamos cuente con poder para radicalizarse y organizarse no sabemos cómo, ya ha producido una huella importante, cuyo alrededor, por oposición, es la mecánica de prepotencia e indiferencia que ocultan una pertinaz impotencia o ineptitud de sentir, de conmoverse, de indignarse. Millones de personas, masas con sus inmensas (in)capacidades, renuevan la enajenación o alienación que el sistema de mercado neoliberal crea, necesita y canaliza, junto a compatibles engranajes de la socialdemocracia sin solución de continuidad - o sea sin interrupción - con modulaciones del neofascismo, que se expresa en las reglas de segregación que implanta el mercado como nuevo credo, junto a las patologías de otras religiones, la industria mediática y las cadenas de la caridad-cooperación, que educan las fibras, posibilidades, maneras, fórmulas y rutinas de rechazo compasivo de algunas injusticias. Eso es lo que se pretende “por nosotros” que sea ejemplar. Una lección a exportar para pueblos sufrientes más que nosotros; que son capaces más que nosotros de indignarse más allá del fetichismo de la indignación que tan banalmente hemos ya incorporado al marketing político, lejos de una básica democracia social y económica, y muy lejos de los necesarios procesos de transformación global post-capitalista, que son los únicos que podrán hacer que la indignación valga la pena como construcción de la dignidad colectiva.

En esa migración creativa de una Izquierda que puede reconfigurar opciones, que ya supera y ridiculiza los silencios todavía escabrosos que guarda parte de la autodenominada intelectualidad progresista de Occidente, con voces que banalizan la indignación al querer compartirla con su vanidad y responsabilidad en los estragos del poder, de lo cual tenemos cercana muestra en lo que dan de las palabras y los hechos de personajes como Baltasar Garzón al hablar de la violada dignidad de todos, por años menospreciada gravemente por él y otros, en ese horizonte que se nos abre, las tesis de lucha revolucionaria de nuevo tienen que ver claramente con las posibilidades de las rebeliones en tanto supongan contradicción con la lógica fundamental que enmarca las mayores opresiones, y no mera reforma de un sistema genocida y ecocida. Sin que la pregunta previa para dialogar con las alteridades rebeldes, muchas en práctica derrota, sea si son armadas o no. En un mundo de violencias, ser pacifistas no debe ser de ningún modo un requisito ni para el respeto ni para el razonamiento entre las fuerzas de Izquierda. La pregunta que debe nacer con el diálogo es otra: qué injusticias están en la base de ese sufrimiento que lleva a mujeres y a hombres a decir ¡ya basta!, ¡no más!

Por esa razón, la Izquierda que representa un gobierno como el de Venezuela, y la nueva Izquierda que ha plantado espacios de indignación y dignidad en una primavera en Madrid y otras ciudades españolas y europeas, y con ellas las otras manifestaciones de combate y creación por un mundo transformado, deben saber mirar, es decir mirarse, con respeto, con reconocimiento de los puentes posibles, para lo cual debemos ser capaces de ser otras y otros. Dispuestos a estar en la piel de quien es no s o tras Dispuestas a estar en la piel de quien es no s o tro s .

4. El l o s - e l l as s e re be l an, po r

c o ns i g ui e nte e x i s ti mo s .

Descartes, lo sabemos, decía: pienso, luego existo”. Camus continuaba siglos después: “me rebelo, luego existimos”. Nos lo recuerda el maestro Franz Hinkelammert. Ahora nos ha tocado a nosotros/as, en 2011, sin evasión posible: ellos/as se rebelan, en consecuencia existimos”.

Se rebelan bellos lunares y no sólo masas-lugares de un organismo complejo. Se rebelan ellas y ellos como átomos, como briznas, diríamos poéticamente, que no tienen primero más poder que el grito y la palabra que fluye y que se entorpece sencillamente; las y los que cuentan también con el volumen de su cuerpo, para ocupar una plaza ilegítimamente invadida por el despotismo o la indiferencia. Se rebelan en algunos países árabes, se rebelan en Madrid, se rebelan en Colombia, se rebelan en el Sahara y Palestina. En México. En Chile. En un caliente globo goteado. Son alteridades rebeldes de conciencia artesanal o no, que demandan democracia y justicia social, con más o con menos articulación política o sin mayor o ninguna cavilación ideológica. FIN TERCERA PARTE

Se rebelan para que existamos todos y todas dignamente. Se rebelan como límites a la opresión.

No son por lo tanto correas de transmisión de injusticias, aunque no son infalibles. Esa, la rebeldía que no busca ir al capitalismo ni a ningún otro orden señorial, la rebeldía por comer sin quitar a otros el pan, es la diferencia entre las africanas y africanos que intentaron las silenciadas revueltas del hambre en 2007 y 2008, y la cartesiana bloguera cubana Yoani Sánchez o los otros mercenarios que cuidan o combaten autócratas en

Oriente Próximo asegurando la acumulación de riqueza11, por poner sólo dos ejemplos de lo que no debe ser considerado alteridad rebelde.

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