Thursday, June 16, 2011

PARTE 1 Preguntas para el comandante Chávez, el 15-M y la Izquierda en general

Revueltas colonizadas y geopotica de las alteridades rebeldes

POR CARLOS ALBERTO RUIZ

En REBELION

Estas líneas fueron comprometidas y en gran medida surgen por el diálogo sostenido con compañeras y compañeros de la Red Canaria por los Derechos Humanos en Colombia y del intercambio con la gente del movimiento 15-M en Tenerife los días 3 y

4 de junio pasados, así como con amigas/os venezolanas/os. Se me invitó - lo cual

agradezco - para hablar del derecho a la rebelión frente a un orden in-mundo. Eso hicimos: tomamos nota de nuestras preguntas y sueños sobre la unidad de las resistencias.

Pretenden estas páginas, en un nivel básico y en resumen, participar modestamente de una reflexión y del compromiso desde la Izquierda sobre diversos hechos recientes referidos al universo de la rebelión. Unos sucesos son constitutivos de revueltas en países árabes, objetivo que está en gran medida cubierto por numerosos y profundos análisis. Eso en primer lugar, para hilar hacia otro propósito, algo arriesgado: examinar y trasladar elementos que se proyectan sobre otros conflictos, como el colombiano, apoyando esta crítica en una cadena de circunstancias que incumben al gobierno venezolano. Una de sus últimas actuaciones, revestida de dudosa juridicidad por lo vejatoria, es la promesa de entrega al gobierno colombiano del combatiente y mando guerrillero de las FARC-EP, Julián Conrado, conocido cantautor rebelde, cuya captura se dio a conocer el de junio de 2011. Esta promesa, que seguramente cumplirá el presidente Chávez, amotina estos juicios personales que se procuran compartir con honestidad. Hasta ahí el popurrí puede ser comprensible y tolerable. Sin embargo,otros hechos en clave de España, con el testimonio del movimiento 15-M, relanzan parte importante de los cuestionamientos que es importante hacer para madurar un debate estratégico.

Ciertamente parece una mezcla sin sustento, un objeto de estudio traído de los cabellos, un mapa enrevesado que no tendría interés observar, al resultar conectadas realidades distantes y ajenas. No obstante, debe ser superada esa apariencia - que ya de por sí delata cierta pereza instalada en focos de la Izquierda que emplean cuadrantes geográficos no sólo herméticos sino funcionales por otra parte a moldes dominantes -, para indagar por nuevas dinámicas en relación con procesos sociales y políticos que configuran alteridades rebeldes, así como su geopolítica, e innegablemente su colonización, y por lo tanto los límites de ésta, es decir: posibilidades de lucha de emancipación.

1. La e qui parac i ó n y e l c o ntras te Gadaf i S anto s . N ue s tro s e rro re s .

Para justificar o responder de modo más coherente a la inquietud de por qué se tratan en un mismo abordaje cuestiones de supuesta disímil naturaleza, quiero señalar apenas un reto dentro de lo elaborado actualmente. Ese reto lo ha irradiado con más altura y riqueza el compañero Santiago Alba Rico, reconocido filósofo y escritor. Siendo suya la idea no caprichosa sino cabal y sensata de preguntar por una política que encierra graves contradicciones. Esa política es la que se ha expresado, por ejemplo por el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en la mano tendida de una diplomacia que sin dejar de estar al servicio y en el marco de valores revolucionarios, ha caído y puede caer peligrosamente todavía más en un tipo de realismo cofrade o asociado y de discurso favorecedor, como ya se ha comprobado objetivamente, no sólo hacia figuras como Gadafi en Libia o Santos en Colombia, sino hacia la convalidación y el refuerzo a largo plazo - por equivocaciones inducidas o rotundamente propias - de procesos que buscan extirpar alteridades rebeldes y alternativas a la antidemocracia reinante en uno y otro país.

Ante Gadafi, ahora perseguido feroz y cruelmente por el Imperio, del que hasta hace poco posaba como amigo tras gestos de arrepentimiento, delación y compensación suciamente rendidos ante Occidente, había y sigue existiendo algo más que las dos aparentes únicas salidas. La primera, la peor sin duda, que hubiese sido servil y criminal: ayudando al lado de la OTAN a la hipócrita condena contra Gadafi, colaborando así al encadenamiento de Libia a una guerra de intervención y por lo tanto de posible resistencia, tal y como sucede. La segunda, que es incoherente de raíz: alabándolo y soslayando igualmente el sufrimiento que gran parte del pueblo libio del mismo modo padece por el ejercicio déspota y violento de aquel. Una tercera opción se intentó tímidamente por Venezuela y otros países. Era posible y aún puede serlo: respaldar una posición constructiva en el circuito de instituciones y redes fuera del control imperial, que afirman la autodeterminación de un pueblo y su derecho a la paz, lo cual no riñe con su deber de alzarse tanto para combatir una agresión imperialista como la de la OTAN, como para encaminarse por encima de autócratas, en aras de alternativas de democracia y de empoderamiento popular para huir del pantano en el que Libia fue convertida por Gadafi y sus ex aliados, ahora enemigos.

Respecto de Santos, también hay más que una estrategia confrontativa, y hay mucho más que una práctica de adhesión cuando no de capitulación, visto un proceso revolucionario, como el venezolano, que se planteó y plantea representar un humanismo social que no contemporiza con la barbarie, ni con el terrorismo de Estado ni con el mercado neoliberal. En consecuencia, habría más que esas dos posibilidades.

La senda alternativa o tercera se clarifica y es factible a partir de los sectores populares en lucha y por lo tanto criminalizados y victimizados, es decir no sólo examinando el historial y el actual proceder de una clase política y económica de la que Santos hace parte de manera destacada, que ha acudido sistemáticamente a la guerra sucia,sino cuidándose de la correspondencia personal y directa del binomio Uribe-Santos en la proyección de planes diseñados desde Washington, en los cuales está en la diana la Venezuela bolivariana.

Esa política de cálculo que convierte al amigo en enemigo, y viceversa, usada por el Imperio, es verdad. No es falsa. Y no nos debe doler. Sus resultados y objetivos son verificables y lógicos en su fuente misma. Es tejida por centros de poder letal cuando deciden por conveniencia abandonar y luego atacar a Gadafi, para acercar, manipular y tutelar, de las formas ya aprendidas y por aprender, a los llamados rebeldes” libios (rotulados así por periodistas de diferente signo e intención). “Rebeldes” que parece todos ya no lo son. No lo son en su mayoría orgánica y estructurada, a la vista de su probada inserción y subordinación en las estrategias de dominación dirigidas por Estados Unidos (USA) y la Unión Europea (UE), recibiendo armas, dinero, entrenamiento, órdenes y aplaudiendo matanzas de la OTAN en nombre de la “libertad” y la “democracia” que conceden las máximas instancias del capitalismo de Occidente.

Pero también, y eso nos debe doler, es la política de cálculo que traza paradójicamente un gobierno progresista como el venezolano, para respaldar a Gadafi y a Santos, equivalentes o pares hasta hace poco para el Imperio, hasta cuando éste decidió la campaña militar de la OTAN, la cual demarca en cuestión de días que el coronel libio dejaba de ser el buen aliado para pasar a ser otra vez el malo y de nuevo el enemigo. Esta embestida imperial contra un pueblo expoliado por agentes internos y externos, explica la razonable y específica reacción venezolana contra la brutal intervención militar en Libia, como no podía ser de otra manera, en tanto asiste el derecho y el espasmo defensivo, el reflejo lógico ante los mismos centros agresores, USA y UE, que han buscado minar el proceso de cambio venezolano. FIN PRIMERA PARTE

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