Wednesday, July 10, 2013

COLOMBIA - CONFLICTO ARMADO - QUE CONTNUEN LOS DIALOGOS EN LA HABANA








“Adelantar conversaciones con toda la insurgencia colombiana”

Tras la difusión del comunicado firmado en forma conjunta por las FARC y el ELN en los últimos días, Colombia Informa dialogó con el analista en Conflicto y Paz Luis Eduardo Celis, uno de los promotores de la carta pública que insta al gobierno y al ELN a avanzar “en un acercamiento y en un diálogo, con el fin de contribuir a una paz justa para el pueblo colombiano”.
Sectores sociales y políticos de Colombia, urgidos por el cese de la violencia política en campos y ciudades, han  instado a las FARC y al gobierno colombiano a que permanezcan en la mesa de conversaciones que se adelanta en la ciudad de la Habana, hasta llegar a acuerdos para la terminación del conflicto armado y la construcción de la paz. Numerosas y diversas propuestas en encuentros, foros, mesas regionales para nutrir sus diálogos y una de ellas ha sido que otros grupos insurgentes, particularmente el ELN, entren en la dinámica del diálogo.
En concordancia con este requerimiento, el pasado primero de julio, los dos grupos guerrilleros emitieron un comunicado conjunto dirigido “a los integrantes de las dos organizaciones, a sus masas organizadas, a sus simpatizantes, al pueblo colombiano y a la opinión pública nacional e internacional”, en el que informan “que en algún lugar de la patria hemos celebrado una reunión cumbre, en medio de un fraternal ambiente de unidad y camaradería, con el propósito de fortalecer los avances del proceso unitario del movimiento guerrillero y revolucionario de nuestro país”
Destacaron en particular “la importancia que tiene la Paz con Dignidad y Justicia Social para el futuro de la nación y el continente, así como el reconocimiento expreso y sincero que cualquier solución al conflicto interno de nuestro país por las vías del diálogo, pasa por la ineludible necesidad de adelantar conversaciones con toda la insurgencia colombiana” (comunicado completo acá).
En los mismos días, el gobierno y el ELN recibieron dos cartas enviadas desde orillas distintas de la sociedad, una el 28 de junio, proveniente de la organización política Colombianas y Colombianos por la Paz , y otra, el 3 de julio suscrita por unas 130 personas de variada vinculación política o sector social: académicas, trabajadoras de derechos humanos, miembros del Congreso de la República, ex procuradores, artistas, ambientalistas, periodistas, trabajadores de la salud, investigadores, profesores y más (cartas completas: Colombianas y colombianos; Carta Pública).
La primera saludaba al presidente Santos y a y Nicolás Rodríguez Bautista, comandante del ELN, diciendo que “reiteradamente durante el último año hemos escuchado, visto, diversas manifestaciones de su disposición para iniciar un proceso de conversaciones para la solución del alzamiento armado” y los invitaba “a considerar la posibilidad de expresiones humanitarias como reiteración de la voluntad que les asiste de llegar a un acercamiento que posibilite el diálogo”.
Por su parte, la carta pública fechada el 3 de julio comenzó diciendo: “las personas y organizaciones abajo firmantes, comprometidas con la paz de Colombia […] consideramos [que] una paz sin la participación del Ejército de Liberación Nacional (ELN) es una paz incompleta. El deseo es el de una paz incluyente con todos los actores armados y para todo el territorio nacional”.
Luis Eduardo Celis, asesor de la Corporación Nuevo Arco Iris conversó con Colombia Informa acerca de esta última iniciativa.
Colombia Informa: ¿cuál es el origen de esta propuesta?
Luis Eduardo Celis: hay sectores del país que tienen una opinión estructurada  frente al tema de la convivencia, la paz, la guerra. Desafortunadamente no todo el país se ha apersonado de lo mismo. El país ha venido oscilando entre apoyar las salidas de fuerza, en algunas regiones la sociedad ha apoyado a las guerrillas… este es un tema que ha tenido sus variables, en los años 70, en los 80… Hoy el ELN está cumpliendo 49 años. Entonces cuando hablamos de estos temas tenemos que hacerlo en una línea histórica de tiempo. Pero lo importante es que hay una convicción en la sociedad y en diversos actores, y dentro de ellos, ex combatientes del ELN que consideran que lo mejor es que el ELN salga de la guerra mediante una vía de acuerdo político. Por eso hemos tomado esta iniciativa, que no es novedosa, sino como la reiteración de un mensaje de la importancia de una mesa.
C.I.: El 29 de junio se produjo una carta dirigida al presidente y al ELN de parte de Colombianas y Colombianos por la Paz. ¿Tenían relación ambas cartas?
L.E.C.: Es una feliz coincidencia. La carta de Colombianas y Colombianos por la Paz tiene muchas identidades con la nuestra: la importancia de una mesa, el llamado a la liberación del cabo Huertas, que se produjo hoy, una muy buena noticia. Tienen un espíritu similar porque tal vez compartimos la preocupación de que no hay una mesa con el ELN, que esa mesa debe existir y debe contar con la participación ciudadana. Y ambas ganaron realce con la reunión de los comandantes de las organizaciones insurgentes, que produjo un comunicado en el que parten de su acercamiento fraternal y de la búsqueda conjunta de la paz para el país.
Pero creo que su carta tiene novedades en relación con la que nosotros lideramos y es lanzar propuestas en el tema minero-energético, en la importancia de un foro, en la discusión de temas; enriquece mucho el debate.
C.I.: Por qué se dice que sin las otras organizaciones insurgentes las conversaciones hacia la paz son incompletas?
L.E.C.: Es muy claro que un proceso de cierre del conflicto armado que no incluya al ELN es una mala noticia para el país, para el ELN, para las regiones. Imagínese que vamos a aplicar un acuerdo de paz construido con las FARC en la región del Catatumbo: allá también está el ELN. O lo vamos a implementar en el Chocó: en el Chocó está el ELN; o en Arauca…   La guerra se da en territorios donde están las dos organizaciones. Entonces no es posible hacer un esfuerzo de paz con las Farc, manteniendo el conflicto armado con el ELN.
C.I.: ¿El conflicto armado sólo se refiere al conflicto con los grupos insurgentes?
L.E.C.: El conflicto armado que reta al Estado tiene dos actores concretos: las Farc y el ELN. Entonces el cierre de este conflicto implica reformas. Insisto: del conflicto armado, no de los conflictos sociales, porque estos seguirán y lo que estamos pidiendo para los conflictos sociales es garantías, como siempre lo hemos pedido. Pero el conflicto armado lo que ha hecho es distorsionar las posibilidades de tramitar los conflictos sociales. El conflicto armado es como colocar una neblina en una sala, entonces no se ve nada bien. Si quitamos esa neblina, los conflictos sociales se van a ver de manera más nítida. Pero quitar esa neblina (lo digo de manera respetuosa) implica reformas: no hay otra manera. Porque lo otro es  la rendición de las guerrillas o su sometimiento. Pero las guerrillas no se van a someter, porque ellas tienen una motivación, unas raíces, una historia y lo que ellas están pidiendo son reformas, enlo que coincidimos… Esta sociedad necesita muchas reformas. Posiblemente el cierre del conflicto armado no coincida con todas las reformas que necesitamos. Por ejemplo, en la agenda de las Farc y el gobierno no está la reforma de las fuerzas armadas y tal vez es una de las que necesitamos. Cuando estamos hablando del cierre del conflicto armado, tiene nombre propio: es Fac y ELN.
C..I: ¿Y los demás actores armados, como los paramilitares y las fuerzas armadas… cómo se observan en esta necesidad de que termine el conflicto armado?
L.E.C.: Creo que sacar la violencia de la política colombiana  es un reto de gran envergadura y trascendencia. Aquì se ejerce violencia desde la izquierda y desde la derecha. El paramilitarismo es esencialmente una fuerza de derecha, que no está contra el Estado y que se ha beneficiado de sus vínculos con el Estado.   El paramilitarismo ha tenido relaciones muy estrechas con sectores del Estado y de las fuerzas armadas y se ha beneficiado de un orden económico y social, por ejemplo, del latifundio ganadero (con esto no quiero decir que todo el latifundio ganadero sea paramilitar), porque también se ha tratado de defender un orden de propiedad. Entonces, sacar la violencia de la política. Aquí lo que estamos haciendo es sacar la violencia del espectro de la izquierda vía reformas y vía garantías, porque quienes se han levantado en armas también lo han hecho por falta de garantías, porque aquí se mata a la oposición, se persigue, se roban las elecciones. Entonces todo eso alimentó el levantamiento armado de izquierdas que lleva medio siglo. En este esfuerzo estamos incluyendo a esa izquierda armada en la competencia democrática con garantías vía reformas.
Con el paramilitarismo ya hubo una negociación, que más que negociación lo que se quiso hacer fue una gran operación de legalización que pretendía ser con impunidad y con todo el acumulado de poder político, social y simbólico en las regiones, poder enorme, pero afortunadamente no pudo hacer como pensaban quienes la jalonaron, porque en la sociedad colombiana hubo un debate, unas voces democráticas, una oposición a ese esfuerzo, liderado por el presidente Uribe, en 2002-2003. Aliados del presidente en el Congreso de la República como Rafael Pardo y Gina Parody, que eran aliados del presidente, se separaron  de él en ese debate: ellos decían: tiene que haber un esclarecimiento, un juzgamiento, desmonte  de todo el poder político, económico y social del entramado paramilitar.
El paramilitarismo se desmontó como estructura militar,  pero no se ha desmontado toda esa trama de ilegalidad, de autoritarismo y de aprovechamiento de recursos estatales: es una dinámica que se ha transformado, pero no se ha superado. Hay un poder mafioso en la política. Quizás ahora lo que haya que hacer   es continuar con un esfuerzo de sometimiento de esa ilegalidad y el desmonte de esas mafias, vía la acción del Estado.
Tal vez lo que nos va a dar este cierre del conflicto armado con las farc y el ELN es un conjunto de reformas y de garantías y es concentrarnos en las tareas pendientes: un Estado social de derecho, que pasa por un sometimiento a la legalidad y un sometimiento a unas reglas de juego compartidas, que en este caso tienen que ser civilistas y eso tal vez nos lleve 30 años hacerlo.  
C.I.: ¿Qué sigue ahora con esta iniciativa de la carta de personalidades?
L.E.C.: Por una parte, tenemos un grupo de diálogo y de trabajo. En segundo lugar, tenemos la posibilidad de intelocutar con el gobierno y con el ELN. Lo que hemos dicho en la carta es que queremos hablar con ellos sobre la importancia de este proceso.


FUENTE:http://www.colombiainforma.info/index.php/conflicto-armado/858-adelantar-conversaciones-con-toda-la-insurgencia-colombiana














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