Wednesday, March 20, 2013

Entrevista a Andrés París y Rubén Zamora, representantes de las
 Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en las negociaciones de paz con 
el Gobierno

Martes, 05 de Marzo de 2013
07:17 

"Hemos de hallar un punto intermedio entre nuestra   revolución y su capitalismo" Autor: PASCUAL SERRANO El pasado septiembre, el 
presidente  colombiano, Juan Manuel Santos, hacía pública la noticia de que 
su  Gobierno iniciaba conversaciones de paz con la guerrilla de las Fuerzas 
Armadas  Revolucionarias de Colombia (FARC). Desde noviembre una delegación
 del grupo insurgente permanece en La Habana donde se mantienen estos
 diálogos. El proceso tiene a Cuba y Noruega como países garantes y a 
Venezuela y Chile como acompañantes. Entre los representantes de las FARC
 designados para estas negociaciones se encuentran Andrés París y Rubén
 Zamora. Aunque ambos son comandantes del grupo armado, prefieren que se les
llame miembros de la Delegación de Paz. Con ellos analizamos en La Habana 
esta oportunidad de poner fin a un conflicto que dura más de cincuenta años 
protagonizado por la guerrilla más antigua de América Latina. Las
 respuestas han sido consensuadas por ambos portavoces. ¿Por qué se 
inician los diálogos y por qué en Cuba? Se dice que ustedes aceptan estas 
conversaciones porque se encuentran en un momento de debilidad Las FARC
 toman la decisión de dialogar en La Habana como consecuencia de un
intercambio que se desarrolló de forma secreta en Caracas. En nuestra
 concepción de las FARC se encuentra el hecho de que somos un ejército de 
guerrillas pero nuestra bandera es la búsqueda de la forma política no
armada. Cualquier otra interpretación de que llegamos en un momento de
 debilidad político-militar no es cierta. La supremacía militar es evidente, 
pero estamos perfectamente adaptados a la guerra de guerrillas. El poder 
demoledor del capitalismo es tremendo ya que gana las guerras desde el
aire. Por otra parte, los análisis del avance tecnológico y las asimetrías
 sirven de razonamiento para concluir que nos encontramos al borde de la
 derrota. Es indiscutible que nos han dado golpes grandes, debido
 fundamentalmente a las tecnologías de localización, pero igualmente nos
 hemos adecuado por nuestra gran movilidad y desplazamiento, y por el 
trabajo político. No hay comparación entre la inversión millonaria del 
Estado colombiano y el daño provocado. Nuestros comandantes muertos han 
sido reemplazados por comandantes jóvenes pero expertos. Mientras tanto, el
 ejército colombiano ha tenido entre 2.500 y 3.000 bajas por año, entre 
muertos y heridos. Lo que hace un total de 30.000 bajas a lo largo del 
conflicto. El momento más débil fue cuando nacimos, hoy somos un sólido 
ejército que se mantiene en pie de lucha a pesar del duro ataque al que
 está sometido. Puede ser que se nos aleje la posibilidad del triunfo, pero 
eso  no quiere decir que vayamos a renunciar a la lucha. Pero insistimos en 
que ahora buscamos una oportunidad a la paz. En cuanto a la ubicación de
 estos diálogos, hubo una etapa anterior secreta en Venezuela. El  Gobierno
 no quiso que estas conversaciones fueran en Colombia, por eso son en La
 Habana. Aceptaron Cuba para aislarlo de la sociedad, en Colombia hubiéramos
 llevando un millón de colombianos al lugar de diálogo. Hasta el propio 
Fidel Castro les planteó el fin de la vía militar Estamos de acuerdo en
 que la lucha armada no tiene vigencia, pero en Colombia se mantiene una 
estructura de violencia estatal que impide la participación de otras fuerzas y eso solo se puede enfrentar con las armas. ¿Qué están dispuestas 
a ceder las FARC? No estamos en una mesa de negociación, sino de 
conversación, en eso hemos coincidido las dos partes. Es evidente que un
 acuerdo para la paz requiere unos mínimos de ambas partes, la máxima para 
nosotros es la revolución, para ellos mantener su sistema capitalista.
Hemos  de intentar encontrar un punto intermedio. Tenemos plena disposición
 para hablar de todos los temas, además de los incluidos en la agenda
 pactada. Se trata de solucionar el conflicto. Santos les golpeó cuando
 era ministro de Defensa con Álvaro Uribe, ¿por qué con él sí hay diálogo y
 con Uribe no? Uribe está comprometido con la guerra y el paramilitarismo.
 Santos plantea otra opinión y creemos que esa ventana debíamos explorarla,
 pero  por convicciones políticas no por debilidad militar. La opción
 política es la salida menos dolorosa. Se trata de permitir a los
 colombianos abordar la solución política. Hay que dinamizar un espacio que
 permita a los colombianos expresarse sin criminalizar la lucha social. El
 acuerdo sería parte de un proceso más profundo y más largo. Entonces nos correspondería seguir la revolución por otro medios pacíficos, esos que no
 nos han permitido hasta ahora. ¿Creen que se puede repetir las
 experiencia de la Unión Patriótica, cuando intentaron incorporarse a la
 vida política legal y les asesinaron a miles de militantes y cargos 
políticos? No estamos dispuestos, pero queremos la solución política con el
 apoyo del pueblo en la nueva realidad política. Si no es posible,
 seguiremos con la guerra de guerrillas. Hace falta una movilización 
contundente  de los colombianos para mantener este proceso. Hay ataques 
desde sectores latifundistas y mafiosos para bloquearlo. Todo esto se
 deberá refrendar con una Asamblea Nacional Constituyente, se trata de crear
 una nueva institucionalización, un nuevo Estado para la paz. ¿En qué
 momento del diálogo se encuentran en este momento? Discutiendo sobre el
 acceso a la tierra, la concentración de la tierra es el origen del
 conflicto. Más del 65 % está en manos del 0'4% de la población.
 Terratenientes  y financieros controlan la tierra y eso queremos revertirlo. Hemos logrado algunas coincidencias, la idea de crear un fondo de tierras,
para  una futura redistribución dándosela a los campesinos. Veinte millones 
de hectáreas podrían resolver el problema, el Gobierno ha ofrecido 8
millones (3 millones ya las ocupan de forma alegal los campesinos). Aún no
 estamos de acuerdo en las cifras, pero coincidimos en la necesidad de un 
fondo. ¿Cuáles son los principales obstáculos a los que se enfrentan? Es el
 latifundio y los mafiosos y empresas transnacionales que se hicieron 
ilegalmente con la tierra. Ellos han despojado a los campesinos en torno a
 diez millones de hectáreas y colaboraron con su exterminio. Mientras el
 Gobierno no quiera romper con ellos habrá dificultades. El Gobierno quiere 
una propuesta agraria que no toque el status quo de los latifundistas, es
 decir, legislar para legalizar ese despojo y el paramilitarismo  que masacró
a los campesinos. No se le puede pedir a una de las partes que
 desaparezca. Con la desaparición de las FARC la violencia no acabará,
porque  es del Estado colombiano contra el campesinado. ¿Cuál puede ser el 
papel  de EEUU y Europa en esta búsqueda de la paz o qué le piden a estas
 potencias? Deben comprender que es más rentable la paz que la guerra. Se
 pueden establecer fuentes de desarrollo económico que incluso puedan estar 
invitando al capital extranjero, pero con el Estado colombiano como 
principal accionista. Pero es que las multinacionales que hay ahora lo que
 pretenden es aprovecharse de todo el país y sus recursos. No quieren pagar
 más del 10% de regalías por la explotación de los recursos. De esa forma 
habrá una resistencia e indignación entre los colombianos. Por otra
 parte, Europa debe aceptar un reconocimiento público de la insurgencia y
levantar su clasificación de organización terrorista. En cuanto a Estados
Unidos, una forma de colaborar en la búsqueda de la paz sería la liberación
y participación del dirigente de las FARC Simón Trinidad, extraditado en
ese país, para que esté en la mesa de diálogo como un gesto de paz que 
genere confianza. Si EEUU respalda el proceso debería permitir su 
incorporación. Pero el principal obstáculo es el Gobierno colombiano que no
lo ha pedido. ¿Y el papel regional de América Latina? En el resto de 
América Latina sigue habiendo capitalismo, pero se ha renunciado a la
 violencia para aplicarlo, como sigue sucediendo en Colombia. Nuestro 
Gobierno se resiste a cambiar ante el nuevo panorama de América Latina.
 Colombia  no debe ser un país de acero donde no entran los vientos que 
corren por todos lados. Me pongo a soñar. Dejamos las armas, se 
comprometen con los acuerdos. Si tiene la tentación de repetir la masacre 
de la Unión Patriótica ahí debe intervenir la CELAC (Comunidad de Estados 
Latinoamericanos y Caribeños, integrada por 33 países), es importante el
 papel regional. Diversas informaciones están mostrando la posibilidad de un
 proceso legal contra Álvaro Uribe por los casos de falsos positivos, el 
asesinato de campesinos a los que se le hizo pasar por guerrilleros. ¿Qué 
opinan al respecto? Se trata nada menos que de 70.000 falsos positivos
 según la información que poseen las autoridades estadounidenses en base a 
los datos proporcionados por los cabecillas paramilitares presos en ese 
país. Se trata de una información que ahora han decidido proporcionar a la    
opinión     púbica internacional. Hubo una connivencia entre Estado,
 terratenientes y paramilitares en llevar a cabo masacres masivas Entendemos
 que la rivalidad pre-electoral entre Santos y Uribe ha llevado a la decisión 
del presidente Santos de entregar a Uribe a la autoridad penal 
internacional para ser juzgado por sus crímenes. Esto provocará una gran
 confrontación con un participación activa de los paramilitares presos en 
EEUU. ¿Y qué trascendencia puede tener esto en la política colombiana? Uribe
 es un hombre violento, pero Santos no lo es menos. Si se avanza a una
 confrontación entre ellos, Uribe quedaría aplastado por el Estado. Quieren
 dividir a Colombia entre partidarios de Uribe y de Santos, donde no quepa 
la opción de izquierdas. Ambos tienen responsabilidad en la criminalización
 del otro. Hay que buscar una vía colombiana de centro izquierda que diga sí 
a la paz y al cambio político. Están madurando las condiciones para ello.
 Los ciudadanos perciben la necesidad de la paz en Colombia. Podemos decir 
que se puede iniciar una fase de respeto para la participación de todas las
 opciones en las elecciones en Colombia ¿Cuál está siendo la posición de la 
ciudadanía ante estos diálogos y especialmente el campesinado? La gente se 
ha venido expresando, pero hay un cerco mediático alrededor del diálogo y 
de los sectores ciudadanos. Se han dado ocho encuentros regionales donde
 participó la gente y dijo cómo construir la paz a partir de un cambio en la 
propiedad de la tierra. Hemos insistido en que el proceso de paz no debe de
 hacerse a espaldas de la gente, pero hay una guerra informativa contra el
proceso.

*Samuel Barinas Varela*
Corfisocial


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