Nelson
Lombana Silva / Viernes 1ro de febrero de 2013 El presidente
Juan
Manuel Santos Calderón cada vez muestra con más amplitud el cobre
acerca
del proceso de diálogo por la paz que se adelanta en la Habana,
Cuba.
Su comportamiento ambiguo se refleja a leguas y da la impresión de
ser un
presidente sin mucho carácter para tomar decisiones trascendentales.
Todo
parece indicar que se deja llevar por la falsa opinión pública que
fabrica
su clase social con la ayuda de sus medios masivos de comunicación.
Es una
veleta sin rumbo fijo. Por un lado habla de querer una “paz
exprés”,
una especie de rendición incondicional a cambio de nada, de tal
manera,
que el pobre siga siendo más pobre y el rico más rico y por el otro
lado
no controla al lenguaraz ministro de defensa, Juan Carlos Pinzón, que
como “loca”
habla sandeces sin control alguno, siempre en la dinámica de
atrapar
incautos. Con razón el camarada Carlos A. Lozano Guillén lo ha
calificado
como “Ministro Dinamita”. Santos Calderón atrapado en la red
militarista
y el crudo hedor de la extrema derecha da bandazos todos los
días
orientado por las encuestas. Busca pretextos para congraciarse con la
extrema
derecha que lidera el triste célebre Álvaro Uribe Vélez, tratando
de
encontrar “argumentos” para tirar por la borda el sueño de la paz con
justicia
social. Esa cantaleta por dos policías prisioneros de guerra por
parte
de las FARC – EP, la viene repitiendo los medios maquinalmente de una
forma
monstruosa y mentirosa. Adrede hablan estos medios en coro sobre
“secuestro”,
lo cual constituye una falsedad extrema. Son prisioneros de
guerra
a la luz del Derecho Internacional Humanitario, porque fueron
retenidos
en combate, de tu a tu. Jamás los sacaron de sus viviendas en
calzoncillos.
¿Quién tiene, realmente, la culpa? Pues el presidente de la
república
y los altos mandos militares porque se han negado rotundamente a
un
cese bilateral del fuego. El movimiento insurgente decretó un cese
unilateral
del fuego durante las festividades de navidad y año nuevo.
Durante
ese lapsus varios campamentos fueron literalmente arrasados y
asesinados
muchos guerrilleros. Sin embargo, la voluntad del movimiento
insurgente
por una salida política sigue incólume de acuerdo a sus
comunicados
de prensa. Ahora, esos prisioneros de guerra están vivos y
protegidos
por los insurgentes, cosa que no sucede cuando el fenómeno se
presenta
a la inversa. ¿Cuántas ejecuciones extrajudiciales o comúnmente
llamados
“falsos positivos”? ¿Cuántos desaparecidos en Colombia? ¿Qué le
sucede
cuando un líder de izquierda cae en manos de los paramilitares? De
eso sí
no dicen ni pío Santos y los chafarotes militares. Esas lágrimas
de
Santos por los policías retenidos por el movimiento insurgente son
lágrimas
de cocodrilo, manifestaciones hipócritas y oportunistas para
tergiversar
la realidad de los hechos y que el pueblo no pueda
responsabilizarlo,
debería hacerlo por farsante e irresponsable. Si sus
hijos
o los hijos del “ministrico” de defensa estuvieran en las filas del
ejército
nacional, otra cosa bien distinta sería la opinión política de
estos
personajes al igual que sus posiciones políticas, pero qué les
importa
y son pueblo. En esa “política” de muerte y tierra arrasada en la
cual
están confabulados Santos – Pinzón, los medios de comunicación masivos
son
responsables y cómplices, porque en unos momentos ignoran, en otros
tergiversan
y en otros mienten descaradamente. (Por supuesto con honrosas
excepciones)
Así las cosas, el analfabetismo político, el terrorismo de
Estado
y la alienación de medios de comunicación, religiones y pensum
académico
se confabulan para tener al pueblo de espaldas a la realidad.
Bajo
esa brutal presión, debidamente concatenada, los colombianos no logran
dimensionar
los diálogos de la Habana. Estamos totalmente alienados
repitiendo
la sarta de mentiras de la burguesía, creyendo que no es
importante
esos diálogos. Quien lo creyera. Pero está más interesado la
comunidad
internacional de este proceso que la comunidad nacional y la
explicación
está en los argumentos expuestos más arriba. Hay que romper esa
maraña
de infamia y salir a la calle a apoyar ese proceso de paz con alma,
vida y
sombrero. El secreto del éxito de éstos, está en la participación de
las
masas. Por eso la tarea es la de contribuir al desarrollo de las
constituyentes
por la paz. Es una forma correcta de socializar y
concientizar
las masas sobre el sentido de la paz con justicia social. Hay
que
dar esa batalla allá en el barrio más humilde, en la vereda más
distante,
con tenacidad y conciencia social y de clase. Cuando el pueblo
reaccione
de ese profundo letargo, la máscara de Santos caerá y brillará la
verdad.
De lo contrario, estaríamos condenados a otros “cien años de
soledad”
como dice Gabriel García Márquez.
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