Por eso a la luz del costo político de esta medida desconcertante y desorganizadora del frente de fuerzas internas y aliadas, procede pensar y repensar estos temas para rectificar y reordenar...
Narciso Isa Conde | 26-5-2011 a las 19:51 | 158 lecturas | 3 comentarios
www.kaosenlared.net/noticia/cosas-reves-trampa-campana-anti-chavez
Los defensores incondicionales y acríticos del presidente Chávez y del gobierno bolivariano de Venezuela, empecinados en justificar sin razón la decisión de apresar en Caracas al camarada colombiano-sueco Joaquín Pérez Becerra y extraditarlo a Colombia por petición del presidente santanderiano Juan Manuel Santos -embarcados además en la difícil misión de descalificar el cuestionamiento masivo a esa pésima decisión (precedida de la captura y entrega a las criminales fuerzas militares colombianas y al Estado español de varios guerrilleros de las FARC y el ELN y militantes de la izquierda vasca)- han esgrimidos sistemáticamente los siguientes argumentos:
1. La determinación de Joaquín de visitar a Venezuela con “fines ocultos” y como supuesta “plaza operativa”, fue concebida como una “trampa” contra-revolucionaria para “obligar” a Chávez a capturarlo y entregarlo al gobierno colombiano.
2. En el diseño de esa “trampa” hubo infiltración y estímulos de los servicios de inteligencia colombianos para “forzar” a la Venezuela bolivariana a realizar una acción altamente cuestionable, lo que induce a pensar en una supuesta contaminación de la corriente de izquierda revolucionaria en la que se inscribe Joaquín, ANNCOL y fuerzas asociadas con presencia en Suecia, Venezuela y otros países.
3. Los izquierdistas, los intelectuales revolucionarios, las organizaciones y partidos marxistas y no marxistas, los medios alternativos, los activistas sociales…que han criticado el apresamiento y extradición de Pérez Becerra (protestando, cuestionando, y/o emplazando a rectificar), forman parte de una especie coro radical “infiltrado”, de teóricos desfasados, de organizaciones de dudosa reputación revolucionaria, que se ha propuesto orquestar una campaña de descrédito para afectar el liderazgo del comandante Chávez y hacerle daño al proceso bolivariano.
En ese tono se sugiere que son fuerzas “trasnochadas” y “provocadoras”, que en lugar de atacar al enemigo se dedican a acosar a la revolución venezolana; al tiempo de desconocer expresas y “ocultas” dificultades (“top secret”) que motivaron la reconciliación y la cooperación de Venezuela con el criminal régimen colombiano (tutelado por EEUU) a esos niveles estremecedores.
Otra vez las cosas al revés.
Camaradas que han consagrado sus vidas a combatir a las derechas, a la partidocracia corrompida, al imperialismo, al capitalismo, a la gran burguesía, a las narco-mafias, a los tiranos, a los Uribe, Santos, Micheletti, Lobo, Leonel, Bush, Obama; dedicados a enfrentar Estados terroristas y gobiernos antinacionales, con armas y sin armas, adversarios a muerte de los políticos neoliberales y corruptos, son absurdamente acusados de dedicarse a “desacreditar” al comandante Chávez sencillamente porque con toda la razón del mundo han criticado la entrega de Joaquín a Colombia y los acuerdos de Chávez con Santos y la oligarquía de ese país. ¿Cómo calificar tal manera de retorcer la verdad?
¿Por qué empecinarse en colocar el mundo real al revés?
Lo malo ahora no es entregar a enemigos jurados del proceso bolivariano a camaradas perseguidos y criminalizados por ellos…
Lo erróneo no es que una revolución acepte el pedido de apresamiento y extradición de un revolucionario a toda la prueba….
Lo perturbador no es que la parte venezolana asuma contra Joaquín Pérez Becerra la acusación de “terrorista” y la criminalización correspondiente, ambas fabricadas por un régimen comprobadamente asesino, terrorista, responsable de la infiltración para-militar a Venezuela, sede de siete bases militares gringas, plegado a la política de guerra re-colonizadora de EEUU y eventual punta de lanza de agresión contra los países vecinos soberanos.
El “pecado mayor” fue que Joaquín viajara de nuevo a Caracas con su pasaporte sueco, cosa que ya había hecho otras veces sin problema alguno y sin ningún perjuicio para el Estado venezolano; y no precisamente para “operar” provocadoramente, sino para desplegar actividades legales, propias de su condición de periodista de izquierda y de su conducta incuestionablemente solidaria con el proceso bolivariano y con su pueblo en lucha, propias de su compromiso anti-imperialista y sus convicciones revolucionarias.
Los viajes anteriores no fueron parte de la recién inventada “infiltración-inducción” del DAS y de la CIA, no formaban parte de ninguna provocación contra Chávez, pero este si. ¿No sería que entonces el régimen colombiano no tenía listo ese expediente o entendía no madura la situación para que la parte venezolana aceptara ser cómplice de esa represalia criminal e ilegal?
La mano peluda del DAS y de la CIA curiosamente no acompañó las anteriores visitas a Venezuela de Joaquín, pero ésta vez si lo hizo y la solución “anti-imperialista” fue entregárselo a esas agencias y a los verdugos de sus familiares queridos y de sus camaradas de la masacrada Unión Patriótica, precisamente a quienes lo perseguían desde hace años para torturarlo y asesinarlo. Nada más y nada menos.
La verdad es que no hay manera de encontrarle lógica a estos intentos de justificar lo injustificable y de componer ese entuerto.
Pérez Becerra, antes de ser capturado, era un exiliado colombiano nacionalizado sueco, con veinte años de residencia en Europa, periodista de profesión, director de la agencia ANNCOL (mundialmente conocida por su solidaridad con el proceso revolucionario que encabeza Chávez, con la resistencia y oposición colombiana y con otras causas estigmatizadas por las derechas), víctima por demás del terror oficial colombiano al punto de sufrir el desgarrador asesinato de su esposa y de su hijo.
Pero de sopetón una llamada de Santos a Chávez lo convirtió en un “peje gordo” del terrorismo, en un “delincuente peligroso”, en un “malandro” perseguido a última hora por INTERPOL (a instancia de la CÍA y el DAS), esgrimiendo datos de las computadora del comandante Raúl Reyes que la máxima instancia de esa misma policía internacional había declarado no confiables por posiblemente adulterados.
La víctima fue convertida en verdugo. Pasó a ser peor que sus “reivindicados” victimarios bajo las mismas injurias computarizadas que le sirvieron al presidente Uribe y al propio Santos (como Ministro Defensa) para criminalizar al propio Chávez, a Piedad Córdoba y todos/as los/as que hemos cuestionado el régimen del terror colombiano y reconocido la legitimidad de la resistencia y oposición al mismo.
Al invertirse la realidad resultó que los tramposos y armadores de encerronas contra Chávez, no eran sus impenitentes calumniadores, sino una de las victimas de la oligarquía colombiana y del imperio. La trampa no la tendió Santos, la CÍA, el DAS… sino Pérez Becerra, sus camaradas y amigos, y quienes en las buenas y en las malas han defendido a muerte la revolución bolivariana.
El absurdo en superlativo. El mundo al revés.
¿Acaso extraditarlo era la única salida?
Pero aun así: si se consideró que la entrada de Joaquín a territorio venezolano era parte de una “trampa”, ¿por qué no devolverlo a Suecia en su condición de exiliado y de nacional de ese país, o examinar detenidamente su caso y buscarle una salida que no fuera la entrega a sus verdugos?, ¿por qué no limitarse a guardar prudente distancia, limitándose a expresar que en un momento asumido como “delicado” por las autoridades, al gobierno de Chávez no le convenía ni siquiera la visita pasajera de un adversario del gobierno vecino con el cual estaba “normalizando” relaciones?
Y no es que esa sea una actitud plausible y acertada desde una visión apegada al internacionalismo revolucionario, pero por lo menos hubiera sido menos indignante y menos perturbadora.
¿Por qué aceptar la complicidad, violar la legalidad, violentar el sentido de humanidad?
La justificación de ese hecho sobre la base de la existencia de una supuesta “trama contra Chávez” (detrás del viaje de Joaquín a Venezuela) ofende la inteligencia de toda persona equilibrada.
Lo de la supuesta “infiltración” más aun, puesto que los sustentadores de esas tesis, además de no aportar ningún dato convincente, están defendiendo que las autoridades civiles y militares venezolanas decidieran entregarle a Joaquín precisamente al DAS y a la CIA implicado en la trama que condenan.
Entonces, ¿en qué estamos?
El DAS y la CIA –repito- disque estaban detrás de la “trampa” a Chávez uniéndose a Joaquín “como instrumento”, y resulta que el gobierno venezolano premia esas agencias entregándoles a Joaquín. Versión para tontos.
¡Cuando no hay razón, pero si empeño en no ir al fondo del problema y negativa a rectificar, se recurre a ficciones calumniosas que no resisten ni siquiera reflexiones basadas en lógicas muy elementales!
Auto-descrédito gubernamental y reacciones críticas con fundamentos
Pasa igual en la tesis de la “campaña de descrédito” anti-Chávez.
El descrédito limitado y reparable lo generó la burda e ilegal prisión y extradición de Joaquín.
Eso es lo que está reñido con la ética revolucionaria y con el principio de solidaridad. Es lo injusto, errático, feo e indignante para todo el que tenga sensibilidad y no se sienta comprometido por lealtades irracionales a respaldar esa nefasta e injusta decisión.
Es lo contradictorio con los juicios anteriores de Chávez frente al régimen colombiano y frente al propio Santos, lo que además podría explicar el “misterio de Estado” junto a la evidente resistencia a dar a conocer (por intragables) las interioridades de esa determinación y de los compromisos inter-gubernamentales que la generaron.
Eso es lo injustificable aun dentro de una política de coexistencia pacifica entre estados cimentados en concepciones diferenciadas, pero con relaciones de cooperación basadas en necesidades mutuas; e incluso entre gobiernos de naturaleza distinta impelidos a tener relaciones comerciales y diplomáticas.
Es lo que ha dado lugar a críticas bien fundamentadas y también, lamentablemente, a descalificaciones y epítetos desproporcionados.
Las reacciones contrarias a ese paso y esa política de parcialización del gobierno venezolano del lado de lo peor en el conflicto interno colombiano, son numerosas, diversas, espontáneas y con múltiples tonos y matices… producidas por una izquierda también diversa y por sectores democráticos-progresistas sumamente variados.
No se trata de algo orquestado, conducido, premeditado…sino de numerosas expresiones con múltiples tono, énfasis, calidades y argumentos propios y variados.
Desbordamientos y trato desconsiderado
Vale señalar lo inadecuado de los desbordamientos, excesos, exageraciones y estigmatizaciones procedentes de ciertos componentes de ambas partes.
Pero me resulta imposible además dejar de hacer honor a la verdad y de afirmar sin rodeos que la tónica general trazada en este caso por el propio presidente Chávez, el Canciller Maduro y el Ministro Yzarra ha sido desconsiderada e incluso ofensiva respecto a quienes, sin dejar de ser militantes comprometidos con la defensa de ese proceso (desde antes de ser Estado y gobierno) y con las mejores causa de la humanidad, ejercimos –y estamos dispuestos a seguir ejerciendo- el sagrado derecho de la crítica a lo que entendimos fue y es un grave error; manteniendo la altura, dignidad y decoro que ameritan el debate de estos temas.
Las retaliaciones y represalias a los/as insumisos tampoco ayudan en nada.
Una reflexión y un diálogo necesario
Los que en verdad procuran entrampar a Chávez son sus enemigos impenitentes, no sus amigos consecuentes, aunque con capacidad para pensar con cabeza propia.
Solo las derechas y sus padrinos del Norte han estado empeñados en desacreditar a Chávez y solo sus errores pueden facilitar esa innoble tarea. A ningún revolucionario/a de verdad le pasado eso por la mente.
Solo los dogmáticos incorregibles han sido capaces –todo el tiempo, no ahora- de negarse a reconocer sus extraordinarios méritos y a desconocer su calidad revolucionaria.
Hay que reflexionar, hay que dialogar, hay que debatir con altura y hay que darle un tratamiento adecuado a las contradicciones entre las partes en conflicto pertenecientes al campo popular, revolucionario y progresista.
Para nosotros vale sobre todo ir a lo que consideramos el fondo del problema: la exageración de las razones de estado y las in-conductas que no pocas veces la acompañan, las consecuencias del pragmatismo divorciado de caros principios, los repliegues tácticos desproporcionados, la subestimación de la perversidad de ese enemigo, las concesiones perjudicarles al internacionalismo solidario y las ilusiones en torno a la idea que cediendo vendrá la tranquilidad y apaciguamiento del enemigo…
Vimos –y eso debe ser aleccionador- como en medio de esa concesión que afecta aliados estratégicos de la revolución venezolana y favorece al principal instrumento de la agresiva política de Washington en el Norte de Suramérica y en toda la región amazónica, centro-americana y caribeña, como un instituto londinense al servicio de la política imperial acusaba a Chávez de ser un apoyador de las FARC, usando los ya tristemente famosos datos de la “computadora mágica” de Raúl Reyes, la misma que aportó los de Joaquín y que en estos días el Tribunal Supremo de Colombia ha descalificado.
¿Cómo entonces seguir sustentado la supuesta certeza política y legal de la extradición de Joaquín? Después de esto el Presidente Chávez debería estar reconociendo su error y solicitando la libertad de Joaquín, ya que ni la justicia colombiana tiene base para procesarlo. Igual respecto a todos los criminalizados sobre la base de esas tristemente famosas computadoras.
Pero hay más y peor: el Departamento de Estado y el gobierno de Obama, el mismo que patrocina el régimen asesino de Colombia, acaba de anunciar sanciones contra PDVSA. Chávez se modera y cede, y entonces el imperio arrecia el ataca. Vale lo del Che: al imperialismo no se le debe ceder “ni un tantito así”.
Por eso a la luz del costo político de esta medida desconcertante y desorganizadora del frente de fuerzas internas y aliadas, procede pensar y repensar estos temas para rectificar y reordenar la política exterior de proceso bolivariano en todas sus vertientes, para limar las aristas más ríspidas entre una y otra vertiente, para armonizar intereses y manejar mejor las contradicciones y roles particulares.
Procede rediseñarla, conectando lo coyuntural con lo estratégico, definiendo los roles de las diversas instancias y actores, armonizando sus componentes contradictorios, superando su unilateralidad diplomática-estatista, re-examinando lo que mas le conviene a un proceso revolucionario obligado a coexistir pacíficamente con gobiernos de otras esencias y a fortalecer a la vez la solidaridad entre pueblos y sujetos revolucionarios.
Las heridas propias de estos encontronazos no deben obstruir el diálogo franco, menos aun las correcciones y los acuerdos necesarios que fortalezcan la unidad y cooperación frente a los enemigos comunes y sus planes contra-revolucionarios; sin aplastar la diversidad y coartar el debate, sin renunciar a identidades y convicciones propias.
26-05-2011, Santo Domingo, RD.
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