La consulta previa
Jueves, 14
Marzo 2013 05:04. | Por Jimy Ríos. | | El gobierno se queja del mecanismo y opinadores prepago le
hacen la segunda acudiendo al “interés nacional.” Hay una arremetida
contra la consulta a las comunidades afectadas por los megaproyectos que
intervienen su territorio. Esta es una muestra de la promesa incumplida de la
democracia participativa y una razón más para cambiar esa constitución de
1991 llena de falacias y neoliberalismo. Acostumbrados a que la
participación sea utilizada solo para legitimar decisiones tomadas
previamente por el gobierno, ahora chocan con comunidades preocupadas por su integridad
y contrarias a la explotaciónde recursos naturales a cualquier costo.
La consulta previa Las FARC abogaron por el derecho a la consulta
previa, libre e informada, incluida en las propuestas de ordenamiento
territorial. El gobierno se queja del mecanismo y opinadores prepago le hacen la
segunda acudiendo al “interés nacional.” Hay una arremetida contra la
consulta a las comunidades afectadas por los megaproyectos que
intervienen su territorio. Esta es una muestra de la promesa incumplida de la
democracia participativa y una razón más para cambiar esa constitución de
1991 llena de falacias y neoliberalismo. Acostumbrados a que la
participación sea utilizada solo para legitimar decisiones tomadas
previamente por el gobierno, ahora chocan con comunidades preocupadas por su
integridad y contrarias a la explotación de recursos naturales a cualquier costo.
Dice el artículo 330 de la constitución: los territorios indígenas
estarán gobernados por consejos conformados y reglamentados según los usos
y costumbres de sus comunidades y ejercerán las siguientes funciones, entre
otras: 1. Velar por la aplicación de las normas legales sobre usos
del suelo y poblamiento de sus territorios. 2. Diseñar las políticas y los
planes y programas de desarrollo económico y social dentro de su
territorio, en armonía con el Plan Nacional de Desarrollo.
Pese a esto dicho por la norma de normas, el gobierno se queja de que las comunidades no
acepten los proyectos del Plan de Desarrollo neoliberal. Y es que no
pueden estar en “armonía” pues los megaproyectos minero energéticos por
ejemplo atentan contra una cosmovisión ancestral de la tierra y los usos que en
consecuencia le dan. Al no legitimarlos, el gobierno opta por el
facilismo descalificando tanto el mecanismo como las organizaciones sociales
que participan. Juan Camilo
Restrepo, ministro de Agricultura, dijo que
“las consultas previas se
convirtieron en algo laberíntico,
interminable y costosísimo que ha hecho crisis, y que prácticamente está paralizando
la gestión estatal, tanto la legislativa como la administrativa”. No ha
sido como quiere el ministro.
Con la presentación de la ley de desarrollo
rural y el código minero, el
gobierno no logró convencer de sus
supuestos beneficios, y por el contrario encontró rechazo. A su turno,
el viceministro para la Participación Política, Aníbal Fernández de Soto, dijo
que "no podemos aceptar bajo ninguna consideración que haya intención de
que la consulta se entienda como un mecanismo transaccional y, entonces,
quien está interesado en impulsar un proyecto compre conciencias de
las comunidades y a partir de ahí se logren acuerdos para avanzar, eso es
inaceptable". Sin embargo fue el mismo gobierno quien quiso cooptar con
dadivas de buenos hoteles y buena comida. De hecho, los costos
financieros de la consulta son caballo de batalla del gobierno. Unas veces dicen que
cuestan 4 mil, otras siete mil y han llegado a 12 mil millones de pesos en
gastos de viáticos para las representaciones de las minorías. En la estrategia
de descalificar y deslegitimar los líderes y las
organizaciones indígenas y afro, se han atrevido a decir que piden mejores
almuerzos de los que se les ofrecen. El periódico conservador El Colombiano dedicó
la editorial para preguntarse ¿pasará a ser la consulta previa un
problema inmanejable que termine trancando el progreso del país? Además de
hacer propias las quejas de los
ministros, reivindica el cacareado
equilibrio entre el interés general y el
particular. En su discurso, el particular
es el de las minorías étnicas, y
el general, “los otros”. Pero ¿quiénes son
los otros? Pues las
multinacionales y las grandes empresas de
la oligarquía colombiana, que ha posicionado sus intereses como intereses
nacionales. La godorria paisa mete las “dificultades” con la consulta
previa en el mismo costal de la corrupción, al decir “como si ya no
tuviéramos suficiente con los
contratistas incumplidos y los carteles de
la contratación.” Para la
editorial, “el desarrollo del país está en
juego. Nadie aboga por
desatender a los grupos étnicos. Pero hay
proyectos que hay que hacer,
leyes que aprobar y vías que terminar que
no pueden estancarse por procesos de consulta que por mal manejados enredan
todo hasta el infinito.” Según el prepago Alfredo Rangel, “las llamadas
consultas previas se han convertido en el más absurdo de los
procedimientos del populismo... En muchos aspectos el país está y va a seguir
paralizado por obra y gracia de este mecanismo cuya creación se basó en
unas intenciones “políticamente correctas”, pero que con el correr de los
años se ha convertido en una traba insalvable que nos hace perder a los
colombianos un tiempo precios para su desarrollo y su bienestar.”
Pero ¿quiénes son esos colombianos?
Veamos las respuestas que nos da el mismo
Rangel: “Es catastrófico que en el sector minero-energético se disminuya la
inversión como reacción a la incertidumbre en las reglas del juego
provocadas por las susodichas consultas previas. Es absurdo que los
planes de erradicación de una plaga que afecta el cultivo de palma aceitera.”
Rangel sirve de caja de resonancia a quienes muy seguro ofrece
conferencias de seguridad y en esta oportunidad les alquiló su columna en
Semana. Y continua con el cuentico de los intereses nacionales: “Los intereses
de unas minorías étnicas, por respetables que sean, se están poniendo por
encima de los intereses nacionales, representados por el Estado
nacional. Y esto en el dudoso caso de que las organizaciones que dicen
representar a esas minorías las representen efectivamente.” Nos
seguimos preguntando: ¿es posible que escala local se defina el uso del suelo y
los otros componentes de ordenamiento territorial, cuando desde el
gobierno central definen el modelo de desarrollo? Cuando las
comunidades locales se oponen a ese modelo, entonces el gobierno y las empresas
del saqueo encuentran un estorbo en la democracia. Así pasó con los
Planes de Ordenamiento Territorial elaborados por tecnócratas que
miran al Pueblo como convidad de piedra. Así pasó como otros mecanismos
de participación como el referendo del agua, el cual engavetaron en
el congreso. Así mismo con la participación en la planeación del
desarrollo. Así con los cabildos abiertos convocados para discutir problemas
municipales sin ninguna
decisión vinculante.
Neoliberalismo y democracia no son compatibles. El saqueo no está en discusión. Se realiza a
sangre y fuego. Prueba de ello hay por todo el territorio colombiano.
*Samuel Barinas Varela*
Corfisocial
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